Canarias7 Las Palmas de Gran Canaria
El periódico tinerfeño 'El Día' renueva su andanada contra la isla de Gran Canaria justo cuando la sociedad canariona y el conjunto del archipiélago viven bajo el impacto del trágico accidente de Barajas.
En su editorial de hoy Domingo, 'El Día' incluye expresiones irrespetuosas hacia Gran Canaria, sus instituciones y el conjunto de los partidos políticos.
CANARIAS7 decidió hace algunas semanas no dar mayor publicidad a los editoriales de 'El Día' para no contribuir a la difusión de unas ideas que alteran la convivencia de los canarios de las siete islas. En este caso, sin embargo, CANARIAS7 estima conveniente que toda la sociedad canaria conozca las proclamas de quien no respeta el sentimiento de duelo generalizado. El texto del editorial dice así: "GRAN Canaria es un nombre falso para una isla que no es la más extensa ni la más poblada del Archipiélago. En extensión y población, Tenerife ocupa el primer lugar. Canaria es la segunda en número de habitantes y la tercera en kilómetros cuadrados de superficie. ¿Por qué se mantiene, entonces, el "gran"? En principio, por la concesión de una reina desquiciada?¿Juana la Loca? que ni siquiera sabía dónde estaba este Archipiélago. Los normandos Jean de Bethéncourt y Gadifer de La Salle utilizaron la expresión "grande Canaria", en femenino y con minúscula. Un matiz muy importante, para indicar que se trataba de la isla más extensa del Archipiélago. Nunca como denominación o nombre propio. Un error, pues la cartografía de la época y posterior puso de manifiesto que no era así. Más tarde, fray Abreu y Galindo y José de Viera y Clavijo, el realejero que reposa en la catedral de Las Palmas, confundieran el "grande" con la "Gran". Pero la cartografía fue y es, repetimos, contundente. Y si quiere, porque se siente grandiosa la tercera isla, mantener un gran, que se lo pongan en el escudo que les regaló doña Juana. Pero nunca como nombre de la isla, porque es una fortísima canallada que se le hace a las restantes.
En segundo término, porque ese "gran" permite confundir a las personas ajenas al Archipiélago. Eso es algo que se ha podido comprobar ampliamente en estos días, tras el aciago accidente aéreo de Madrid. Medios de comunicación canarios, españoles y de todo el mundo han aireado a los cuatro vientos que el vuelo de Spanair se dirigía a Gran Canaria. En circunstancias parecidas, cuando Tenerife ha sido sede no de un luctuoso accidente, que, por desgracia, también los ha tenido, sino de cualquier acontecimiento importante, esos mismos medios de comunicación han hablado de Canarias a secas. Lo cual nos parece bien, porque somos profundamente patriotas, pero siempre que ese término se refiera a todas las islas sin hegemonías de ningún tipo.
Queda una tercera razón para que se perpetúe la mentira del "gran": el interés de los partidos estatales, PSOE y PP, así como la formación NC-NGC liderada por Román Rodríguez, por favorecer a Canaria en detrimento de Tenerife y las otras islas. Cabría esperar una reacción de los políticos tinerfeños contra este desmán; al menos de los que militan en CC, pues es aquí, y no en Las Palmas, donde consigue el nacionalismo canario la mayor cuota de votos. Algún día, por desgracia para ellos no muy lejano, se van a encontrar con la pared enfrente. Tiempo al tiempo. No nos importa ejercer de fiscales en la reparación de esa injusta mentira del "gran". Un error que, a poco que se lo propongan sus "señorías" autonómicas, se puede suprimir sin más; tan gratuitamente como se lo atribuyeron.
El afán de poder de los canariones, junto con la gran mentira de Gran Canaria, es un obstáculo importante a la hora de lograr la soberanía para estas islas. Sin embargo, no es el único. También pesa mucho el temor que todavía sienten muchos canarios acerca de su futuro en libertad. Al respecto, llamamos la atención de los lectores sobre el artículo publicado el pasado jueves en EL DÍA por nuestro colaborador José A. Infante Burgos. En él cuenta la historia reciente de Estonia, una de las tres repúblicas bálticas que recobraron su independencia tras la disolución de la Unión Soviética. Despojada de su libertad y sus riquezas por Moscú, supo recuperarse con la misma política utilizada por Ronald Reagan para sacar a los Estados Unidos de la recesión que existía cuando él llegó a la Casa Blanca: bajar los impuestos para que aumente la capacidad de ahorro, lo cual genera más inversión, que a su vez crea más puestos de trabajo, con lo que se consigue un aumento de la producción y de las ventas y mayor consumo. Y por esta vía habrá un incremento de la recaudación fiscal mediante impuestos indirectos. Funcionó en Norteamérica y funcionó en otro país mucho más pequeño, la citada Estonia, sumido en la miseria por la rapiña rusa de forma muy parecida a las calamidades que padece Canarias por la voracidad de la Metrópoli que nos sojuzga. ¿Estaríamos así si nuestras riquezas se quedaran en el Archipiélago?
El ejemplo de Estonia debería servir de acicate a los nacionalistas timoratos, que, junto a los amantes de la españolidad y los dedicados a la política pura, permiten que España prolongue su dominación colonial. Un día más clamamos por el desembarco en la política isleña de personas nuevas. Hombres y mujeres con las ideas y las manos limpias, en contraposición con la podredumbre actual. Gente capaz de conseguir para todos nosotros el lugar que nos merecemos en el mundo.
Por lo demás, los tentáculos del colonialismo son largos. Una muestra de ello lo tenemos en la enorme judicialización de la política, provocada en gran parte por Juan Fernando López Aguilar. Una persona que resultó ineficaz como ministro de Justicia, pero que ha mostrado, en cambio, una capacidad sorprendente para perjudicar a Tenerife, y de forma concreta a Santa Cruz con el asunto de Las Teresitas. Piden vecinos y usuarios brigadas de limpieza para esa playa, cuando podía estar como los chorros del oro si se hubieran concluido las obras. Bien es verdad que eso no le interesa a los envidiosos canariones, que quieren mantenerse en el machito con la playa de Las Canteras.
Sin embargo, no es López Aguilar el único responsable de esta situación. También es culpable el resto del PSOE, así como el PP y los nacionalistas de Tenerife, que son unos caguetas. Lo han perdido todo en Canaria, hasta el punto de que en las próximas elecciones no van a sacar nada en esa isla a la que rinden tanta pleitesía.
Y ya que estamos con el erróneo deambular de los nacionalistas, no queremos acabar este editorial sin recordarle al señor Torres Stinga que la primera obligación de un nacionalista es reclamar la soberanía para su tierra. Que nos disculpe el lector por la expresión, pero si un nacionalista no aspira a que su país sea una nación libre, ¿qué coño de nacionalista es? Y encima le surgen a CC los tránsfugas, para terminar de arreglar las cosas. ¿Quién y cuándo dará el imprescindible golpe de timón? ¿A qué espera, don Paulino? Por cierto, don Paulino, ¿admite que usted solo no está en el secreto de la solución? ¿Que por debajo de usted hay muchos hombres y mujeres del pueblo, personas inteligentes y con gran visión de futuro, que perciben la solución desde abajo y no desde la estrechez de un despacho de metrópoli interesada en mantener la propiedad ajena, personas que no son politicos profesionales, pero sí patriotas que sufren los dolores de la razón y la lógica?
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